Por: Robert Valenzuela
El historiador y fundador del PLD, Euclides Gutiérrez Feliz, advertía que en el país no cabían dos organizaciones políticas anárquicas como el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), al que definía como una confederación de pandillas. Euclides solía narrar que una de las razones por la que el profesor Juan Bosch abandonó el PRD fue por la falta de disciplina y la negativa de sus miembros y dirigentes a estudiar.
Como un conocedor de los procesos históricos y al ser el dirigente más cercano a Bosch, Gutiérrez Feliz trataba de preservar el PLD como la gran obra de Don Juan.
Ya el PLD sobrepasó al PRD en falta de disciplina: ahí nadie respeta a nadie. Un precandidato presidencial mediocre, Francisco Domínguez Brito, hace su campaña quemando los símbolos del partido. Como analfabeto político y de la historia del PLD, Brito no sabe el significado de la estrella, el color morado y amarrillo en la bandera de la organización.
Por favor, que alguien le explique que cada símbolo tiene un significado. Y que Bosch insistía en que “los símbolos de una organización política son sagrados y no se pueden alterar, irrespetar. Estos son la esencia del Partido y los que lo identifican, lo dan a conocer ante la población. Donde se ve un símbolo ahí está el PLD en su esencia”.
En medio de la crisis por el tema de la reelección, hubo un cerco militar en el Congreso y legisladores del partido de Bosch se enfrentaron a patadas, trompadas, malas palabras, insultos irrepetibles con los agentes.
Antes, cuando “el PLD era el PLD de los principios de Bosch”, los más sagrados eran los actos por el natalicio de su fundador. Ahora, el acto por el 110 aniversario de su nacimiento en la Casa Nacional del PLD fue deslucido completamente por el precandidato a alcalde por la capital, Domingo Contreras, y sus seguidores.
El maestro de ceremonia, Héctor Olivo, conducía el evento con la solemnidad de siempre. Un grupo de niños, hijos de dirigentes y militantes, sembraban flores de forma simbólica. Sabrina, una artista joven y de buena voz, entonaba la Gaviota, canción favorita del profesor Bosch. De repente, Contreras y centenares de sus seguidores tomaron de asalto la Casa Nacional. A empujones, trompadas y patadas gritaban: “¡Ahora es!”.
El griterío, las chillonas bocinas de los vehículos de la caravana, el fuerte sonido de los redoblantes y trompetas impedía que los participantes en el acto escucharan los discursos de Alejandrina Germán y Cristina Lizardo, miembros del emblemático Comité Político.
Con el estruendo, los micrófonos comenzaron a fallar. Desde la tarima, ubicada en el frente, del lado de la avenida Independencia, varios y preocupados dirigentes les hacían señas con las manos para que hicieran silencio.
Se convirtieron en turbas que agredieron a varios de los jóvenes protocolos del acto. A un miembro de la seguridad lo atestaron contra una pared y lo dejaron maltrecho: le rompieron hasta el reloj. Destrozaron sillas, mesas y demás pertenencias de la Casa Nacional. Rompieron, entre otros, la puerta que comunica el lado este de la Casa Nacional con el patio, donde está la histórica mata de limoncillo.
Para complicar la situación, la mayoría de los miembros de seguridad del PLD andaban con el expresidente Leonel Fernández en el acto de natalicio de Bosch, pero en el cementerio de La Vega. “Dejaron la Casa Nacional sola”, lamentaba un dirigente, mientras llamaba al orden.
Los empleados de la Casa Nacional se quejaban de que no era la primera vez que Contreras hacía un desorden allá, en las pasadas elecciones llevó una “caja de muerto”, indicando que en el PLD habían matado la democracia. Afirmaba que él era el favorito de las bases peledeista y que tenía los votos para ganar las elecciones y no Roberto Salcedo, el que fue impuesto por la dirección del PLD. Salcedo fue derrotado y se acusó a Contreras de conspirar a lo interno del partido para que ganara las elecciones el candidato opositor, David Collado.
La afrenta de Domínguez Brito, quemando los símbolos del PLD; y lo de Domingo Contreras, de boicotear el acto de natalicio de Bosch, no recibirá ningún castigo. No hay una autoridad con la entereza moral para hacer valer la disciplina en el PLD. Bosch y su idea de crear el partido más organizado y disciplinado de América es un sueño truncado por sus “herederos”.