Por Roberto Veras.
Muy pronto en lo adelante vamos a tener las visitas de los principales líderes políticos en nuestros hogares, pues se avecina la zafra electoral, y vienen con un solo fin, conseguir el voto nuestro y de nuestros seguidores.
Cabe destacar, que para lograr sus objetivos ningún líder puede hacer todo lo que necesita si no tiene el apoyo de los demás. Por ello debemos estar claro quiénes son los verdaderos líderes. El liderazgo no es una forma de actividad propia, sino que, por su misma esencia y definición, requiere que los demás lo respalden y lo sigan.
Esto es cierto tanto en términos de los asesores con los que se rodea, como cuando se trata de utilizar correctamente el arte de delegar. "Si quieres ser un gran líder, tienes que rodearte de grandes personas".
Para conocer un gran líder observe a quien ha seleccionado en su círculo interno de asesores confiables, es muy revelador en términos de comprender y predecir la probabilidad de un liderazgo exitoso. El líder que te ha persuadido en el pasado y solo te acompaña cada cuatro años, es un líder falso.
Los líderes exitosos casi siempre se han rodeado de los mejores consejeros, en mis años de trabajo como comunicador, he observado con mucho detenimiento que los líderes que se rodean de sí mismos, intentan hacerlo ellos mismos y por ende tienden a equivocarse en algunas decisiones. Y son muchos los líderes que tenemos en nuestra circunscripción número uno (1).
En verdad los líderes eficaces son siempre los que están mejor preparados, sentimos un crecimiento personal cuando estamos a su lado, nunca se quedan atascado en el pasado y siempre tienen la capacidad de traducir estas cosas en el juicio necesario, para actuar de una manera sabia.
El círculo interno de asesores es equilibrado, y en sus proyectos incluyen tanto a los amigos personales profesionales que confían y respetan, como a los que están dispuestos a hablar abierta y honestamente, y defender su razonamiento. Solo de esta manera, puede este círculo interno servir al propósito necesario.
El proceso de delegación se debe utilizar para expandir el impacto de un líder, poniendo a otros en los que confíe y que sean capaces en una posición para dedicar tiempo a tareas, acciones o actividades específicas.
La delegación nunca funciona cuando se hace al azar, sin embargo, se requiere un valioso proceso de presentación de informes y retroalimentación, y la supervisión del líder.
En varias ocasiones, he sido testigo de funciones delegadas a la persona no apropiada y sin experiencia y los resultados no son el satisfactorio.
Los líderes falsos simplemente piensan en el proceso de delegación como una metodología para evitar hacer ciertas cosas, o una forma de darles una excusa, culpando a alguien más cuando algo va por mal camino.
Los líderes necesitan trabajar con otros para ser óptimamente efectivos, pero deben hacerlo de una manera bien pensada y juiciosa.
Los verdaderos líderes se apoyan sabiamente en los demás, y están preparados para delegar en las personas adecuadas, pero también saben que, al final, es su responsabilidad tomar las decisiones esenciales y correctas.
Finalmente te toca a ti decidir seguirlo o rechazarlo, cuando después de cuatro años toque a tu puerta. Recuerda el viejo refrán del profesor Juan Bosch “Si me engaña una vez, malo él y si me engaña dos, malo yo”.
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