Por: Jennifer Piñeiro:
Haré algunas preguntas una vez hayas leído el título, a las que te pido que respondas con total sinceridad.
¿Al leer esta palabra piensas en pobreza? ¿Piensas, tal vez, en un joven menesteroso pidiendo para comer?
Al repetir la palabra ¿trae tu mente la imagen de una casita de madera con poco espacio?
¿Asocia tu mente este término a una familia de escasos recursos que mínimamente tienen para comer?
Si no es así entonces es probable que manejes de forma correcta el concepto HUMILDAD.
Desde los albores de la historia se nos ha enseñado que ser pobre es sinónimo de ser humilde y que mientras más pobreza te arrope mayor será el grado de humildad. Lo que hacía que no quisiera ser rica porque los ricos eran soberbios y tener dinero erradicaba mi humildad. ¡Nefasto error!
Hay tanta gente pobre económicamente y soberbios, así como ricos realmente humildes. Entonces ¿qué es verdaderamente la humildad?
Según la RAE, este concepto se refiere a la
virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento.
En palabras más simples ser humilde es equivalente a ser capaz de reconocer nuestras debilidades y barreras y actuar conforme a éstas.
¿Ves la palabra dinero o bienes materiales en la definición?
Entonces estos dos conceptos solo se yuxtaponen si una persona es consciente de sus debilidades y limitaciones a pesar de tener dinero o lo opuesto.
La forma más factible de entender este dualidad es con Jesús. Me encanta la manera en la que Él nos enseñó humildad. Siendo rey de todo el universo vino a morir por la humanidad. Sus recursos no limitaron su humildad por el contrario, su humildad a los sumos lo exaltó a lo encumbrado.
Santiago 3:13 dice “Si alguno de ustedes es sabio y entendido, demuéstrelo haciendo el bien y portándose con humildad.”
Tu grado de humildad revela tu nivel de sabiduría o necedad. Si crees que eres sabio, es tiempo de mostrar lo humilde que eres aunque tengas todo el dinero del mundo.
Jesús se fortalece en nuestras debilidades por lo que si quieres que Dios se glorifique en tus limitaciones debes entregárselas y reconocer que nada es posible hacer fuera de Él.
Todo lo que somos, se lo debemos al Señor. Esto no es por obras para que nadie se gloríe sino mas bien por gracia y su gracia sobreabunda cuando abunda nuestra humanidad, nuestra debilidad, nuestras limitaciones.
El llamado hoy es a ser humildes. Dios no nos rechazará si venimos con sinceridad delante de Él, de hecho en Salmos 51:17 nos muestra que hacerlo con humildad es nuestra mejor ofrenda.
¿Qué tan buena es tu ofrenda en este día? ¿Agrada tu humildad a Dios?
Hagamos introspección y dejemos que Dios nos permita ser humildes así como Él lo es.
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